
Texto: Iana Melamed
Fotos: Viacheslav Stoianov
Revisado en Español por: Nicky Vargas
y la edición de:
Konstantin Kostovski
06.10.15
Antes de despedirnos de Gery y Kaloyan, nuestros anfitriones, haremos una presentación. En realidad Kaloyan ya lo había organizado todo, no lleva con el a una cita con sus compañeros de negocio. Hoy, para variar, seremos nosotros quienes vayan a empezar con sabias palabras ¨Salvar el mundo o al menos, nuestras almas¨. A sus compañeros, creo, les gustó, estaban impresionados de que no trabajáramos para alguna organización y que lo hagamos sin financiación. La presentacion quedó muy bien, la mejor de todas, si no contamos la que dimos a los niños del colegio en Canada. Nos sentimos bien, aun más teniendo en cuenta que la última que dimos fue un desastre.
Tras la charla nos dirigimos de nuevo a la casa de Kaloyan para recoger las cosas. Al despedirnos Gery nos regala un paquete con chubrica (especia típica de Bulgaria, usada en muchos platos) lo que nos parece como si nos hubiera regalado un diamante. Pensábamos que no volveríamos a saborearla antes de regresar a Bulgaria. El segundo regalo fueron 32 salchichas, nos dice que de momento tiene de sobra. Antes de partir, un paisano nos entrevista para su canal en youtube.
Listo el equipaje, la entrevista, las fotos, nos queda solo decir ¨Adios, hasta pronto!¨. Son unas personas muy amables, de vez en cuando me siento incómodo, tanta gente nos ha ayudado por el camino que no sé como darles las gracias. Probablemente la respuesta es ayudar a todos que pueda con lo que tengo.
Nos subimos a las bicis y exactamente en ese momento el sol sale detrás de la niebla, sonriendo al día. El próximo destino es Madison, la capital del estado. En cuanto empezamos sudar aparece frente nuestra la tienda con los precios más bajos de por aquí. Enorme, corporativa, una de las que probablemente haya arruinado a muchos negocios pequeñitos de la zona, pero sigue siendo la tienda con los precios más bajas de todas. Es tan barato, que mucha veces pasa que alguien se olvida la bolsa con las compras en el parking. Hoy nos encontramos con kilo y medio de plátanos. También hay una camiseta de niños para Haloween, pero es muy pequeña, asi que la tiramos en el contenedor de ropaa para los necesitados.
Seguimos nuestra ruta por Wisconsin subiendo y bajando colinas constantemente. Llegamos a un campo de tiro al lado del cual hay un camping. Somos los únicos clientes así que decidimos montar la tienda. Normalmente cuando nos acercamos a alguna ciudad grande las opciones de acampar desaparecen, tendremos que aprovechar lo que se nos ofrece el camino.
Viene la parte favorita del día- ¡la cena! Preparamos salchichas envueltas en masa con cebolla y chubrica y despues al fuego. Deliciosas.
Fotos: Viacheslav Stoianov
Revisado en Español por: Nicky Vargas
y la edición de:
Konstantin Kostovski
06.10.15
Antes de despedirnos de Gery y Kaloyan, nuestros anfitriones, haremos una presentación. En realidad Kaloyan ya lo había organizado todo, no lleva con el a una cita con sus compañeros de negocio. Hoy, para variar, seremos nosotros quienes vayan a empezar con sabias palabras ¨Salvar el mundo o al menos, nuestras almas¨. A sus compañeros, creo, les gustó, estaban impresionados de que no trabajáramos para alguna organización y que lo hagamos sin financiación. La presentacion quedó muy bien, la mejor de todas, si no contamos la que dimos a los niños del colegio en Canada. Nos sentimos bien, aun más teniendo en cuenta que la última que dimos fue un desastre.
Tras la charla nos dirigimos de nuevo a la casa de Kaloyan para recoger las cosas. Al despedirnos Gery nos regala un paquete con chubrica (especia típica de Bulgaria, usada en muchos platos) lo que nos parece como si nos hubiera regalado un diamante. Pensábamos que no volveríamos a saborearla antes de regresar a Bulgaria. El segundo regalo fueron 32 salchichas, nos dice que de momento tiene de sobra. Antes de partir, un paisano nos entrevista para su canal en youtube.
Listo el equipaje, la entrevista, las fotos, nos queda solo decir ¨Adios, hasta pronto!¨. Son unas personas muy amables, de vez en cuando me siento incómodo, tanta gente nos ha ayudado por el camino que no sé como darles las gracias. Probablemente la respuesta es ayudar a todos que pueda con lo que tengo.
Nos subimos a las bicis y exactamente en ese momento el sol sale detrás de la niebla, sonriendo al día. El próximo destino es Madison, la capital del estado. En cuanto empezamos sudar aparece frente nuestra la tienda con los precios más bajos de por aquí. Enorme, corporativa, una de las que probablemente haya arruinado a muchos negocios pequeñitos de la zona, pero sigue siendo la tienda con los precios más bajas de todas. Es tan barato, que mucha veces pasa que alguien se olvida la bolsa con las compras en el parking. Hoy nos encontramos con kilo y medio de plátanos. También hay una camiseta de niños para Haloween, pero es muy pequeña, asi que la tiramos en el contenedor de ropaa para los necesitados.
Seguimos nuestra ruta por Wisconsin subiendo y bajando colinas constantemente. Llegamos a un campo de tiro al lado del cual hay un camping. Somos los únicos clientes así que decidimos montar la tienda. Normalmente cuando nos acercamos a alguna ciudad grande las opciones de acampar desaparecen, tendremos que aprovechar lo que se nos ofrece el camino.
Viene la parte favorita del día- ¡la cena! Preparamos salchichas envueltas en masa con cebolla y chubrica y despues al fuego. Deliciosas.
07.10.15
Una mañana muy bonita. Hacia nosotros viene alguen de mantenemiento y, pensando que nos va a echar, empezamos recoger rápidamente las cosas. Resulta que solo vienen a charlar, a preguntarnos sobre el viaje y a enseñarnos donde están los baños con agua calentita. Desayunamos y seguimos hacia Madison. El tiempo es cálido, pero no demasiado y da gusto pedalear. Al medio día comemos una caja entera de helado. Todo es maravilloso, solo nos queda organizar presentacion aquí, en Estados Unidos. Por lo visto, a nadie le importa nuestras tonterías.
Llegamos a Madison, una ciudad muy activa y llena de vida. Ahora entiendo porque tiene la fama de ser una ciudad hippy. Pedaleamos por una autovia ciclista y cruzamos la ciudad sin problemas, hay gente joven que sonríe a nuestro paso. Me parece un sitio estupendo, una pena que nos quedemos solo por una noche.
Llegamos a casa de Alan y Erin, nuestros anfitriones de hoy. Una pareja que había pedaleado con su tándem hace 4 años desde el Oceano Artico, Canada, hasta Tierra de Fuego en Argentina. Son gente guay, la verdad que nos quedamos una noche, pero es una noche llena de emociones e historias sobre nuestros viajes.
Una mañana muy bonita. Hacia nosotros viene alguen de mantenemiento y, pensando que nos va a echar, empezamos recoger rápidamente las cosas. Resulta que solo vienen a charlar, a preguntarnos sobre el viaje y a enseñarnos donde están los baños con agua calentita. Desayunamos y seguimos hacia Madison. El tiempo es cálido, pero no demasiado y da gusto pedalear. Al medio día comemos una caja entera de helado. Todo es maravilloso, solo nos queda organizar presentacion aquí, en Estados Unidos. Por lo visto, a nadie le importa nuestras tonterías.
Llegamos a Madison, una ciudad muy activa y llena de vida. Ahora entiendo porque tiene la fama de ser una ciudad hippy. Pedaleamos por una autovia ciclista y cruzamos la ciudad sin problemas, hay gente joven que sonríe a nuestro paso. Me parece un sitio estupendo, una pena que nos quedemos solo por una noche.
Llegamos a casa de Alan y Erin, nuestros anfitriones de hoy. Una pareja que había pedaleado con su tándem hace 4 años desde el Oceano Artico, Canada, hasta Tierra de Fuego en Argentina. Son gente guay, la verdad que nos quedamos una noche, pero es una noche llena de emociones e historias sobre nuestros viajes.
08.10.15
Por desgracia hoy toca seguir nuestro camino, no hay tiempo que perder si queremos escapar del invierno que ya se acerca. Ademas también se acaban las vacaciones y el “hijo de su madre Murphy” (se refiere a la famosa ley de Murphy) seguramente estará por aquí y hará todo lo posible para que nos quedemos atrapados del nieve por algun lado en los Apalaches (una cordillera en Estados Unidos), probablemente justo cuando crucemos algun puerto de montaña. Bueno, ya lo tenéis claro, intentamos escapar del invierno, decimos adios a Erin y Alan y continuamos al oeste hacia Milwaukee. Hasta el centro del mismo vamos a llegar siguiendo la ruta ciclista. Nos encantan esos caminos, son cortos, pasan por zonas preciosas y están llenas de sitios donde acampar.
En el primer pueblo del camino paramos y entramos en una joyería para comprobar si la cadenita que habíamos encontrado por el camino es de oro, por desgracia no lo es. Preparamos más salchicas en las barbacoas públicas y continuamos, que los meteorólogos han dicho que va a llover por la tarde.
Por el camino Slav encuentra una seta blanca, gigantesca, tiene el tamaño de una pelota de baloncesto. Esta seguro, que se puede comer, pero suele decir eso para cada seta que encontramos, de modo que no le hago mucho caso. A pesar de mis dudas él se come un trozo bien de grande y decidimos, que si sigue vivo hasta la noche la prepararemos para cenar. Ademas es muy grande y si está buena será un banquete.
Llegamos a un pequeño pueblo donde tenemos planeado quedarnos esa noche. Justo llegamos al parque donde hay una pérgola con un buen techo y, empieza llover. Pero lluvia en condiciones, nada de calabobos. Menos mal que llegamos a tiempo.
El cabeza-dura de Slav decide que no quiere comerse la seta porque tiene un sabor raro. Pero de eso nada, ya la hemos cogido, así que nos la vamos a zampar. En realidad no tiene un sabor muy especial, todo dependerá de cómo la preparemos. Rica o no sigue con nosotros, es mucha comida, muchas proteínas.
Por desgracia hoy toca seguir nuestro camino, no hay tiempo que perder si queremos escapar del invierno que ya se acerca. Ademas también se acaban las vacaciones y el “hijo de su madre Murphy” (se refiere a la famosa ley de Murphy) seguramente estará por aquí y hará todo lo posible para que nos quedemos atrapados del nieve por algun lado en los Apalaches (una cordillera en Estados Unidos), probablemente justo cuando crucemos algun puerto de montaña. Bueno, ya lo tenéis claro, intentamos escapar del invierno, decimos adios a Erin y Alan y continuamos al oeste hacia Milwaukee. Hasta el centro del mismo vamos a llegar siguiendo la ruta ciclista. Nos encantan esos caminos, son cortos, pasan por zonas preciosas y están llenas de sitios donde acampar.
En el primer pueblo del camino paramos y entramos en una joyería para comprobar si la cadenita que habíamos encontrado por el camino es de oro, por desgracia no lo es. Preparamos más salchicas en las barbacoas públicas y continuamos, que los meteorólogos han dicho que va a llover por la tarde.
Por el camino Slav encuentra una seta blanca, gigantesca, tiene el tamaño de una pelota de baloncesto. Esta seguro, que se puede comer, pero suele decir eso para cada seta que encontramos, de modo que no le hago mucho caso. A pesar de mis dudas él se come un trozo bien de grande y decidimos, que si sigue vivo hasta la noche la prepararemos para cenar. Ademas es muy grande y si está buena será un banquete.
Llegamos a un pequeño pueblo donde tenemos planeado quedarnos esa noche. Justo llegamos al parque donde hay una pérgola con un buen techo y, empieza llover. Pero lluvia en condiciones, nada de calabobos. Menos mal que llegamos a tiempo.
El cabeza-dura de Slav decide que no quiere comerse la seta porque tiene un sabor raro. Pero de eso nada, ya la hemos cogido, así que nos la vamos a zampar. En realidad no tiene un sabor muy especial, todo dependerá de cómo la preparemos. Rica o no sigue con nosotros, es mucha comida, muchas proteínas.
09.10.15
Esta noche vamos a visitar a un amigo de Slav. Esto nos anima mucho, porque podremos lavas la ropa. Solo tenemos que encontrar internet para ver dónde y cuándo quedamos. Llegamos en un Starbucks, pero nos espera una decepción. El tío no tiene tiempo para vernos, como Slav viniera cada mes por aquí y estuviera harto de verlo....
Mientras miramos las pantallas pequeñitas de nuestros telefonos inteligentes al lado nuestra, para un coche cuyo conductor es de Bosnia y había reconocido las banderas búlgaras en las bicis. Es muy simpático e insiste comprarnos café y bocadillos. No acepta un “no” como respuesta. En búlgaro-bosnio-inglés le contamos nuestro viaje y él su vida en el país de las oportunidades.
Después seguimos nuestra ruta hacia Chicago. Tenemos curiosidad por llegar y enterarnos porqué viven tantos búlgaros allí.
Entrar en la tercera ciudad más grande del país no parece nada fácil. Delante nuestra todo parece una enorme ciudad sin fin, viviendas están pegadas las unas a las otras y no hay sitio donde poder montar la tienda, y todavía nos haran falta al menos dos noches hasta llegar al mismo centro de Chicago.
Ahora los días son más cortos y tenemos que buscar dónde dormir cuanto antes. Esto será nuestro nuevo desafio.
Para esta noche tenemos pensado llegar y dormir en la ladera de un lago, pero nos enteramos que todo el lago es propiedad privada y está prohibido. Mientras damos vueltas encontramos a una mujer descargando sus compras del coche y paramos a preguntarle dónde podríamos dormir. Resulta que ella no entiende nada de la idea de acampar y se sintió molesta, que íbamos a dormir libremente en el perímetro de su confort, por asi decirlo. Bueno mujer, tranquila, no dormiremos en esta ciudad, no queremos molestar, ni asustar a nadie. Poco mas allá nos encontramos con una mujer mayor que entiende perfectamente la idea de acampar y nos indica dónde podemos ir. Se trata de un parque a 3km donde no hay señal de ¨Prohibido acampar¨, que podemos usar como argumento si alguien intenta decirnos algo. En el mismo parque no hay mucho sitios donde escondernos, pero al otro lado hay en un barrio de gente rica así que, si nadie nos ve no tendremos problemas.
Esta noche vamos a visitar a un amigo de Slav. Esto nos anima mucho, porque podremos lavas la ropa. Solo tenemos que encontrar internet para ver dónde y cuándo quedamos. Llegamos en un Starbucks, pero nos espera una decepción. El tío no tiene tiempo para vernos, como Slav viniera cada mes por aquí y estuviera harto de verlo....
Mientras miramos las pantallas pequeñitas de nuestros telefonos inteligentes al lado nuestra, para un coche cuyo conductor es de Bosnia y había reconocido las banderas búlgaras en las bicis. Es muy simpático e insiste comprarnos café y bocadillos. No acepta un “no” como respuesta. En búlgaro-bosnio-inglés le contamos nuestro viaje y él su vida en el país de las oportunidades.
Después seguimos nuestra ruta hacia Chicago. Tenemos curiosidad por llegar y enterarnos porqué viven tantos búlgaros allí.
Entrar en la tercera ciudad más grande del país no parece nada fácil. Delante nuestra todo parece una enorme ciudad sin fin, viviendas están pegadas las unas a las otras y no hay sitio donde poder montar la tienda, y todavía nos haran falta al menos dos noches hasta llegar al mismo centro de Chicago.
Ahora los días son más cortos y tenemos que buscar dónde dormir cuanto antes. Esto será nuestro nuevo desafio.
Para esta noche tenemos pensado llegar y dormir en la ladera de un lago, pero nos enteramos que todo el lago es propiedad privada y está prohibido. Mientras damos vueltas encontramos a una mujer descargando sus compras del coche y paramos a preguntarle dónde podríamos dormir. Resulta que ella no entiende nada de la idea de acampar y se sintió molesta, que íbamos a dormir libremente en el perímetro de su confort, por asi decirlo. Bueno mujer, tranquila, no dormiremos en esta ciudad, no queremos molestar, ni asustar a nadie. Poco mas allá nos encontramos con una mujer mayor que entiende perfectamente la idea de acampar y nos indica dónde podemos ir. Se trata de un parque a 3km donde no hay señal de ¨Prohibido acampar¨, que podemos usar como argumento si alguien intenta decirnos algo. En el mismo parque no hay mucho sitios donde escondernos, pero al otro lado hay en un barrio de gente rica así que, si nadie nos ve no tendremos problemas.
10.10.15
Una mañana muy, pero muy húmeda, pero al menos los rayos de sol acarician nuestras caras. Mientras desayunamos el sol ya esta en lo alto, guardamos los guantes y los polares. Seguimos hacia Ilinois desde donde vamos a subir a una carretera ciclista la que llega hasta el mismo Chicago. Esta es una manera muy buena de llegar a una gran ciudad, en realidad desde el inicio me preocupaba como sería la entrada en bici en un megalópolis como esta.
Me he cansado contar que el viento sopla en contra, pero hoy lo tomamos con risa. En el laberinto de caminitos el viento sopla en contra, a favor, de costado y así cada 2-3 km. Entrando en Ilinois notamos el denso tráfico, lo que nos hace darnos cuenta de que estamos mucho más al sur, aunque pedaleamos hacia el oeste. En realidad cuanto más al sur seguimos tanto más poblado estará, lo que se nota también en el tráfico.
Al final llegamos al camino ciclista, resulta que es el mejor camino que hemos usado hasta ahora. No es viejo ferrocarril, no va todo recto, tiene curvas, subidas, bajadas y todo siempre cruzando bosques lo que lo hace inolvidable. El camino esta lleno de ropas perdidas, asi que nos pillamos alguna que otra camiseta para trabajar, porque quizás saquemos algo de dinero en Chicago reparando techos. La oferta viene de un amigo de mi hermano, el que vive en la ciudad.
Al final del día encontramos un sitio cómodo para acampar cerca del agua potable, estamos al lado de un lago pequeño en un parque. Bajamos de las bicis y se oye un grito ¨Viva Bulgaria!¨. Será un búlgaro, pienso yo, si no porque iba a gritar así. Y efectivamente, al final las banderitas nos ayudaron conocer paisanos de la zona. Pancho vive desde hace 20 años en Estados Unidos y tiene restaurante de comida búlgara en Chicago. Charlamos un rato con él, y nos preparamos la comida, mientras esperamos que se vaya la gente por poder montar nuestra casita naranja entre los árboles.
Una mañana muy, pero muy húmeda, pero al menos los rayos de sol acarician nuestras caras. Mientras desayunamos el sol ya esta en lo alto, guardamos los guantes y los polares. Seguimos hacia Ilinois desde donde vamos a subir a una carretera ciclista la que llega hasta el mismo Chicago. Esta es una manera muy buena de llegar a una gran ciudad, en realidad desde el inicio me preocupaba como sería la entrada en bici en un megalópolis como esta.
Me he cansado contar que el viento sopla en contra, pero hoy lo tomamos con risa. En el laberinto de caminitos el viento sopla en contra, a favor, de costado y así cada 2-3 km. Entrando en Ilinois notamos el denso tráfico, lo que nos hace darnos cuenta de que estamos mucho más al sur, aunque pedaleamos hacia el oeste. En realidad cuanto más al sur seguimos tanto más poblado estará, lo que se nota también en el tráfico.
Al final llegamos al camino ciclista, resulta que es el mejor camino que hemos usado hasta ahora. No es viejo ferrocarril, no va todo recto, tiene curvas, subidas, bajadas y todo siempre cruzando bosques lo que lo hace inolvidable. El camino esta lleno de ropas perdidas, asi que nos pillamos alguna que otra camiseta para trabajar, porque quizás saquemos algo de dinero en Chicago reparando techos. La oferta viene de un amigo de mi hermano, el que vive en la ciudad.
Al final del día encontramos un sitio cómodo para acampar cerca del agua potable, estamos al lado de un lago pequeño en un parque. Bajamos de las bicis y se oye un grito ¨Viva Bulgaria!¨. Será un búlgaro, pienso yo, si no porque iba a gritar así. Y efectivamente, al final las banderitas nos ayudaron conocer paisanos de la zona. Pancho vive desde hace 20 años en Estados Unidos y tiene restaurante de comida búlgara en Chicago. Charlamos un rato con él, y nos preparamos la comida, mientras esperamos que se vaya la gente por poder montar nuestra casita naranja entre los árboles.
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